miércoles, 15 de abril de 2009

La Hispanidad



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Haydée E. Reichard de Cancio Ph.D.



NUESTRO LEGADO TAINO


El autóctono borinqueño vivió pacífica y sedentariamente en sus yucayeques a orillas de ríos y mar por siglos antes de la conquista europea. De su diario vivir hemos heredado voces, el arte de construir bohíos, flora curativa, alimentos, hospitalidad, desprendi-miento, y su diluida y casi extinguida sangre India.
La empresa de la conquista y colonización de las tierras visitadas por Cristóbal Colón fue la primera gran hazaña de capitalismo en el Nuevo Mundo.


Aunque España legó al pueblo borinqueño su lengua, costumbres y religión, su política mercantilista llevó al indio al despojo de sus tierras, humillante condición servil y a su paulatina muerte espiritual. Las quejas de los frailes Antonio de Montesino y Fray Bartolomé de las Casas sobre el mal trato de los indios tardaron en ser escuchadas por la Corona. Los repartimientos, trabajos mineros, la falta de libertad, la emigración y epidemias, convirtieron al indio borinqueño en el primer mártir de esta tierra.
Su sudor, sangre y sufrimientos sirvieron de abono para el logro de futuras libertades. Su herencia vive en cada uno de nosotros en forma sutil, pero real. Cada vez que el jíbaro levanta un bohío con maderas y yaguas, acompaña la música con maracas y güiros, se recuesta a dormir en una hamaca de redes de algodón, o en un petate confeccionado de ramas de palma, se sienta en un dujo o ture, pesca con una nasa, muele maíz o come casabe, atestigua la presencia taina en su lar.
Nuestra lengua está salpicada de indigenismos que le dan vida y afirma la viva presencia indígena. Mientras en nuestra isla se siga yendo al batey, sembrando yuca en el conuco, atando con cabuya, tomando cacao, coloreando con achiote, eliminando al comején, visitando a Guayama y fumando tabaco, vivirá nuestra herencia taína. Cada día nos encontramos en nuestro camino a numerosas personas de tipo "aindiado" de tez cobriza, ojos rasgados achinados, pelo negro duro y lacio, pómulos altos salientes, que son reflejos del poblador de ayer.

Evaristo Rivera Chevremont en su poema "El Jibaro" describió en pocas palabras la conquista, mestizaje y nacimiento de una raza. "En nuestra selva, el español moreno tomo a la india, virgen altanera, de lacia y reluciente cabellera, y de redondo y bronceado seno. El jibaro nació del maritaje de una raza cruel y otra salvaje, y pasión heredó, coraje y brío".
RAÍCES HISPANOAMERICANAS

Puerto Rico es parte del pueblo hispanoamericano que habla español y tiene una cultura de profundas raíces hispanas Católicas. Eso no quita que a través de los años hayamos recibido de otros pueblos, costumbres y tradiciones que han enriquecido a nuestra raza. El pueblo puertorriqueño des-ciende, en su mayoría, de la antigua provincia romana Hispania. El nombre España proviene del vocablo griego Spania que los romanos modificaron a Hispania. La Hispa-nidad está compuesta de hombres y mujeres de las razas blancas, negras, indias, y combinaciones, que están unidos por una lengua, el español; una religión, la Católica; y unas costumbres y tradiciones de entronque español.
Cuando España se dio a la conquista de este continente, se entrego por completo. Hombres y mujeres se trasladaron al Nuevo Mundo donde formaron familias de las cuales muchos de nosotros, en nuestro idioma y costumbres que se encuentran presentes en el Puerto Rico de hoy son el legado que recibimos de nuestros antepasados. A principios de este siglo muchos de nuestros hombres de letras y políticos pensaron que nuestra lengua y folklore estaban expuestos a desaparecer, pero el tiempo ha demostrado su equivocación.
La cultura puertorriqueña, como sucesora de la española es rica en tradiciones, canciones, devociones, festividades, juegos y supersticiones. La mayoría de nuestras tradiciones de pueblo son de entronque cristiano y son parte de nuestra herencia española. Entre ellas resaltan las festividades de la Navidad, la conmemoración del día de Reyes, los alegres Carnavales, las solemnidades de la Semana Santa con sus devociones y procesiones, las bonitas fiestas de Cruz y las fiestas patronales. De España recibimos un folklore rico en cuentos, adivinanzas, nanas, refranes, romances, coplas y juegos infantiles. La decima que se escucha en nuestros campos tiene sus raíces en las "glosas" españolas del siglo XV. Y el cuatro con que se acompaña la décima remplaza en muchas ocasiones a la guitarra española.


Además de su raza, religión, tradiciones y costumbres el pueblo español nos ha legado hábitos y características que se han enraizado en nuestro ser y son hoy día particularidades pro-pias del puertorriqueño. Si somos en muchas ocasiones orgullosos, arrogantes y vanidosos, pueden estar seguros que la sangre peninsular corre por nuestras venas. El orgullo es el regalo que recibimos de los Caballeros Hidalgos que preferían morir de hambre antes que pedir.
Si nos desagrada que nos indiquen que debemos hacer, apúntennos otro a nuestra ascendencia española. Nos gusta ser los únicos. Ese yo esta tan crecido que si nuestro primer apellido es uno común como Pérez, le añadimos el de nuestra madre o esposo para darle más clase. Si entramos en el tema del tiempo y las horas nos encontramos con las siestas, el mañana y hasta la vista. La influencia norteamericana ha contribuido a que nuestro pueblo haya cambiado bastante en este aspecto y a que el mañana y las siestas han ido desapareciendo. Aunque todavía permanecen algunas tendencias de aversión al trabajo manual y el dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Somos por naturaleza muy susceptibles. Y nos ofendemos muy fácilmente. Sin embargo, somos muy zafados de lengua. Es curioso que cuando surgen discusiones, la pobre madre o esposa, que no tiene culpa, recibe el primer zarpazo. Hoy, cinco siglos más tarde del desembarco colombino por nuestras playas, podemos decir que somos un pueblo hispanoamericano, orgulloso de nuestras raíces tainas, hispanas y africanas.

LA APORTACIÓN AFRICANA A LA CULTURA PUERTORRIQUEÑA



En 1509 comenzaron a convivir en la isla de Puerto Rico tres linajes disímiles; el hospitalario indio, el conquistador espa-ñol y el esclavo africano. Del entrelace de estas tres razas nació la cultura puerto-rriqueña.
La huella africana en nuestra Isla es una realidad que vemos, escuchamos, hablamos y vivimos a diario.
Desde los albores de la coloni-zación el negro se hizo sentir por medio de su trabajo, música, religión, educa-ción, valor y léxico.
Cuando el negro llegaba a nuestras playas se le imponía su conversión al cristianismo. El esclavo aceptaba la religión como pretexto de mantener viejos ritos. Así muchas costumbres y tradiciones africanas se preservaron bajo la máscara del catolicismo. Las "orichas" o deidades africanas, se transmutaban en santos católicos. Entre las festividades brujeril-africanas se encuentran las variantes de las fiestas de Santiago Apóstol, en Loíza y las del Patrón de la Capital San Juan. Además mediante el rosario cantao, llamado baquiné, el niñito negro muerto sin pecado se convertirá en angelito tutelar de la familia, en el cielo.
José Celso Barbosa
E. Ramos Antonini
En las regiones costeras donde existían haciendas e ingenios azucareros la población afro negroide sacaba el sábado por noche para fiestear y divertirse bailando "bomba". Este baile toma el nombre de un tambor de madera cubierto por un cuero de chivo bien estirado. Para mantener el ritmo se utilizan dos palillos (cua) que se tocan en "los" costados de las bombas como elementos percusios. De este baile han originado otros como el leró, el cunyá y la plena hasta la moderna salsa y hasta cierto punto la nueva música del reggaeton, que tanto escucha nuestra juventud.


Enrique Laguerre
Juan Boria


Ramón E. Betances
Luis Rafael Sánchez
Una de las mayores aportaciones del negro se encuentra en el campo de la educación. En la humilde escuela del Maestro Rafael Cordero, localizada en su taller de tabaquero, recibieron sus primeras letras figuras destacadas del Siglo XIX. La presencia del negro en la historia de nuestra educación y literatura es real. Sin los nombres de Ramón Baldorioty de Castro, Belén Barbosa, Pedro C. Timothee, Arturo Schomburg, Enrique Laguerre, Antonia Sáez, Luis Rafael Sánchez, José Luis González, nuestros anales históricos no estarían completos.
En el campo de la política negro y mulato se han distinguido bajo el asimilismo, el autonomismo y la independencia. De corte anexionista fueron los octores José Celso Barbosa y Leopoldo Figueroa; en el campo del autonomismo, Baldorioty de Castro y Ernesto Ramos Antonini; mientras en el ala de izquierda han sobresalido Ramón Emeterio Betances, Pedro Albizu Campos y Gilberto Concepción de Gracia, entre otros.






Pedro Albizu
Gilberto Concepción
Ruth Fernández
Danny Rivera
Wilkins
Morell Campos
Con el sudor y la sangre del negro se construyeron haciendas, se defendió la patria de piratas y corsarios, se abrieron carreteras, se sembraron y cortaron plantaciones de caña; y se alimentaron niños blancos con la leche de las negras.
De las "nanas" entonadas por las "madres de leche", las canciones, refranes y cuentos transmitido por el negro, surgió un folklore afro puertorriqueño que se encuentra latente en nuestro pueblo.
La presencia afro negroide se halla viva en nuestro léxico. Términos como guineo, ñame, chumbo, para determinar frutos comestibles y mofongo, tostón, maple para comidas y bebidas, se emplean diariamente por nuestro pueblo. A menudo escuchamos frases como "se fue para "jurutungo", o "ese bembú es la changa".
Es dentro de la pintura y música puertorriqueña que se pueden apreciar muchas de las manifestaciones de la cultura africana en la Isla. En estas dos disciplinas el legado negroide es incalculable. En la pintura, se han destacado entre muchos otros: José Campeche, Rafael Tufiño, Carlos Ráquel Rivera. Y nuestra música seria diferente sin las grandiosas aportaciones de Juan Morell Campos, Felipe Gutiérrez, Manuel G. Távarez, Rafael Hernández, Pedro Flores, la Familia Figueroa, Wilkins, Danny Rivera, en los bailes la Familia Cepeda y Juan Boria como declamador.

La historia cultural, social, política, económica y religiosa de Puerto Rico no se puede narrar sin mencionar y reconocer la participación del africano en el desarrollo de este país. Su dedicación, tradiciones, valor, y vivencias han engrandecido la cultura isleña.
Wichie Torres

1 comentario:

  1. Ayudando a Claudia a buscar información para un trabajo de español de la universidad me encontré su blog. Muy interesante!! Saludos de de Isbel y Luisin.

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