miércoles, 15 de abril de 2009

El Vapor Costanero de Puerto Rico







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16-vii-08
EL VAPOR COSTANERO
Haydée E. Reichard de Cancio Ph.D.

Las vías de comunicación y medios de transportación a mediados del siglo XIX en nuestra Isla eran deficientes y dejaban mucho que desear. El Gobernador Primo de Rivera declaraba para 1868: “aquí no hay vías de comunicación ni por mar ni por tierra. No tenemos siquiera un simple vapor con que poner en comunicación esta Capital con Cataño... y por tierra ¡Señores!... por tierra, antes de tratar de montar en carruaje a caballo, es necesario hacer testamento”. Otros, según tradición oral, iban al sacerdote a confesar sus pecados...


El estado casi intransitable de las carreteras hizo a muchos isleños utilizar la goleta para viajar a diferentes puertos de la isla. El escritor don Alejandro Tapia y Rivera comentaba que para los años de 1820-40 “para un viaje a Ponce... había que llevar lo mismo que para viajar por tierra, hasta los víveres... los colchones con ropa de cama eran cuenta del pasajero”. El 29 de abril de 1853 arribó a Ponce desde la Capital el vapor “Borinqueño”, siendo éste el primer barco costanero que navegó por nuestras costas. La nueva empresa fue de corta duración.

Vapor el Criollo 1869
Años más tarde, por real orden en abril de 1866, se pedía que “el Gobernador por medio de remate público, establezca el servicio de un vapor costanero, destinado a hacer viajes periódicos alrededor de la Isla. Contrató este servicio los señores Pelayo, Pardo & Cía. y don Ramón Herreras de la Habana”. El barco llevó el nombre de MARIA HERRERAS. El vapor hacía los viajes partiendo de San Juan y tocaba los puertos de Arecibo, Aguadilla, Mayagüez, Ponce, Arroyo, Humacao y Fajardo. Además, hacía escala en la isla danesa de San Thomas para llevar o traer pasajeros que llegaban o salían para Europa.

El Costanero hacía dos viajes mensuales y tenía un itinerario fijo. La empresa se conocía bajo el nombre de Línea del Este y Línea del Oeste. El navío salía de la Capital los días 7, 15 y 22 a las seis de la mañana y arribaba en Arecibo a las 10:00 A.M.; a Aguadilla a las 2:00 P.M.; y a Mayagüez a las 5:30 P.M. Los pasajeros y la tripulación pernoctaban y al día siguiente a las ocho de la mañana salía el vapor rumbo a Ponce donde llegaba a las 3:00 P.M. Luego salía de Ponce y en dos días adicionales recorría los puertos de Arroyo, Humacao, Fajardo y San Juan.A la semana siguiente comenzaba su itinerario por la Capital costeando primero la zona este, luego sur y oeste hasta Aguadilla hasta retornar a San Juan. El costo del viaje variaba según la distancia y la clase. La etapa de Ponce a San Juan en primera clase tenía el costo de 21 pesos y 14 pesos en segunda clase. El importe de la travesía de San Juan a Aguadilla era de seis pesos en primera, y al puerto de Mayagüez la tarifa subía a 11 pesos. El vapor costanero sirvió además de barco correo, llevando gratuitamente la correspondencia pública y privada entre los puertos. Acelerando en esa forma el servicio postal de la Isla. Existían dos líneas y un ramal, y el servicio se prestaba diario. La Línea del Este cubría desde la Capital hasta Santa Isabel, mientras La Línea del Oeste llegaba desde San Juan a Ponce por Arecibo. El ramal de Humacao a Fajardo alcanzaba desde Humacao a Ceiba, y de Fajardo a Punta de Santiago. Los pueblos en donde el Costanero no llegaba enviaban a recoger su correspondencia al puerto más cercano.

Vapor Antonio López
Con fecha 17 de septiembre de 1873 el periódico “El Progreso” publicaba sobre una nueva empresa de transporte marítimo entre San Juan y Cataño que contaba con dos vapores, de nombre el Joven Mariana y el Joven Borinquen, “Los cuales llevan a remolque una embarcación, resguardada del sol y la lluvia y arreglaba con todo lujo y comodidad para uso de los pasajeros”. El vapor costanero fue un medio de transportación marítima insular muy efectivo. Se ofrecía una rebaja de la mitad del importe por la travesía a los empleados civiles, militares y a sus familiares, cuando se hacía por razón de residencia, de igual forma a tropas y material bélico.

El Gobierno pagaba 600 pesos por los dos viajes subvencionados que el barco hacía mensual. La profesora Socorro Girón de Segura comenta en su obra sobre la vida del dramaturgo Ramón Méndez Quiñones: “En la primera quincena de julio de 1882 se celebró en Ponce una Feria-Exposición... Ramón Méndez Quiñones, su hermano José y el padre de ambos, don Ramón Méndez de Arcaya visitaron la ciudad del sur. Los tres viajaron a Ponce en el vapor “San Juan”... Desde el puerto de Arroyo salía “uno de los hijos de Poventud que estudiaba en Ponce; para éste constituía la única ruta utilizable y segura, ya que el camino hacia aquel pueblo era inseguro y a veces infranqueables para los coches”.Más adelante nos comenta el Lic. Porrata Doria sobre el viaje a San Juan en el Costanero... “Como no había muelle (en Arroyo), el balandro no pudo acercarse al andén de madera. Una balsa practicó el transbordo... ya sobre cubierta, unos se fueron a sus camarotes y otros se arrellanaron en butacas cómodas”. Al día siguiente llegaron a San Juan. El profesor Mariano Vidal Armstrong describe el recorrido... “La travesía de abordo se hacía de lo más divertida. Los hombres jugaban barajas mientras las mujeres se reunían en cubierta para platicar incesantemente... Una exquisita cena compuesta de varios platos y un sin número de entremeses servido entre manjares hacía las delicias de los pasajeros”. La Profesora Mercedes Milán, nonagenaria, me describió el Vapor Costanero así: “El costanero tenía camarotes y comedor. Cuando años más tarde fui a Nueva York en vapor ya conocía lo que era viajar en barco”.

Vapor Cristobal Colón

Vapor Isabel Borbón
Entre las anécdotas que aún se cuentan sobre estos viajes, una de la más impresionante, es que en ocasión de encontrarse el vapor en el puerto de Aguadilla, “había un fuerte oleaje de esos llamados de mar de fondo. Sucedió que en uno de los bandazos que dio la yola de desembarco (no había muelle), una dama fue a caer... al agua con tan mala fortuna que un merodeador y hambriento tiburón se le abalanzó encima... no se vio nada más que una roja mancha de sangre”, relato del Prof. Vidal Armstrong. En el “Copiador de Cartas”, de don Pedro Cancio, natural de Villa de Ribadeos, España, con fecha de 8 de noviembre de 1872 encontramos en una misiva a don Reinaldo Chavarri, de Puerto Rico: “Mi sobrino Arturo Cancio de la Coz que va para Mayagüez junto a su hermano Don Francisco...al llegar...embarcaron en la primera ocasión... en el Vapor Costanero, con destino a Mayagüez”.
Don Luis de O'neill, escribía en 1918, en “El Puerto Rico Ilustrado”, que las primeras referencias que había tenido sobre el joven Pepe Diego, “aquél bohemio incorregible”, se las había dado su padre político “a bordo del costanero “San Juan”. La señora Evarista Rodríguez Rabell recordaba cuando iba en coche, con su padre D. Manuel Rodríguez Cabrero, desde San Sebastián hasta Aguadilla para tomar El Costanero a la Capital. Cuando había bailes en el Casino de Ponce las señoritas de Mayagüez y Aguadilla iban a bailar a la Perla del Sur y hacían su travesía en el vapor costanero.
La vía marítima era la forma más segura de viajar en la Isla. En 1887, el General Palacios dio orden de trasladar a San Juan desde Ponce dieciséis presos políticos para ser llevados al Morro. El “vapor de guerra FERNANDO EL CATOLICO, el cual, tras un viaje deliberadamente demorado y harto penoso para los presos, quienes fueron víctimas de un severo mal de mar, llegó al puerto de San Juan...”. El vapor costanero siguió funcionando luego de cambio de soberanía pero bajo la bandera americana. En el periódico de Mayagüez “La Bruja” del 13 de diciembre de 1903 hay un anuncio que lee:“The New York & Porto Rico Steamship Co. Servicio Costanero”

Durante el tiempo que el vapor de Porto Rico está en E.U. en reparación hará el servicio el vapor Vace, pero admitiendo solamente carga”. Con la construcción de mejores carreteras y el ferrocarril El Costanero, quedó en desuso.
Publicado / Periódico Visión 1991; Mayagüez, P.R.
Vapor de guerra Fernando el Católico

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